EL CRISOL, de Arthur Miller (1953)
Todos habréis oído hablar alguna vez de la caza de brujas. El origen de esta expresión está en momentos históricos como los que relata el libro que os traigo hoy: El crisol.
También conocida como Las brujas de Salem, es una obra de teatro que narra los famosos juicios llevados a cabo en Salem (Massachusetts) durante el siglo XVII. En ellos, a decenas de mujeres (y algún que otro hombre) se les acusó de brujería.
Este hecho no fue el primer episodio de este tipo en la historia de la Humanidad y, desgraciadamente, tampoco fue el último. De ahí que en la actualidad se denomine como caza de brujas a la persecución de un colectivo considerado enemigo y a cuyos miembros se les condena con independencia de demostrar su culpabilidad. Generalmente, estos supuestos enemigos no son más que un grupo social que incomoda al grupo de poder.
El crisol: el relato fiel a un periodo histórico
Miller recreó aquel suceso a partir de documentos de la época con la mayor exactitud que le fue posible. No necesitó extenderse en descripciones. En el prólogo, que explicaba sus fuentes y sus intenciones. Tras este, Miller nos sumerge en aquellos oscuros días a través de los diálogos propios del teatro. Eso convierte a El crisol en una obra intensa y desasosegante, que se lee de una sentada. En poco más de 100 páginas, vemos cómo las rivalidades y venganzas entre los vecinos de un pueblo desencadenaron en un pánico moral. Aquello hizo que la justicia y el sentido común desaparecieran bajo una asfixiante presión social.
¿Qué harías tú?
Me gustan los libros que hacen que me plantee qué haría yo si me encontrara ante el dilema de sus protagonistas. En Salem, se acusó indiscriminadamente a cualquier mujer de ser una bruja al servicio del Diablo. Si admitía que así había sido y confesaba quién le había llevado al lado oscuro (es decir, inculpando a una nueva vecina), se le perdonaba la vida. Si se aferraba a su verdad, que era una mujer honrada que nunca había hecho mal a nadie, el jurado confirmaba que era bruja y que no se arrepentía de ello, y la condenaban a la hoguera.
¿Qué hacer? ¿Dejarse llevar por ese sinsentido? ¿Olvidarse de los principios, sentenciar a otras personas a la muerte y así salvar la propia vida? ¿O ser fieles a sí mismas, no sucumbir a la locura colectiva y arder en la hoguera? Está claro que el instinto de supervivencia es muy fuerte, pero ¿a costa de todo y de todos? Sinceramente, no sé qué haría, ¿y vosotros?
«No te aferres a ninguna fe, cuando la fe trae sangre. Es ley equivocada la que te lleva al sacrificio. La vida, mujer, la vida es el más precioso don de Dios; ningún principio, por muy glorioso que sea, puede justificar que se le arrebate. (…) Que diga su mentira. En este caso no te acobardes ante el juicio de Dios, pues muy bien puede ser que Dios condene menos a un mentiroso que a quien, por orgullo, se deshace de su vida».
¿Por qué merece la pena leer El crisol?
Os aseguro que la lectura de esta obra no os dejará indiferentes. Es una muestra de la religión, moral, psicología y sociología de una época histórica que os dará mucho que pensar. Además, os recomiendo leer teatro, pues suelen ser lecturas muy ágiles, ideales para intercalar entre novelas densas.
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