Los escritores –y los artistas en general– tienen fama de ser vanidosos. Pero no todas las vanidades son iguales. Muchos desean que sus obras sean leídas y valoradas para pasar a la posteridad, mientras que otros prefieren ser erigidos ellos a los altares, como genios de las letras. Lo mismo les da si nadie es capaz de acabarse alguno de sus libros.
Vanidosos o no, lo que cualquier escritor ha de asumir es que se expone tanto al elogio como a la crítica. No importa lo bueno que sea o la cantidad de libros que venda, siempre habrá quien vierta afiladas opiniones sobre él. Y muchas veces serán sus compañeros de profesión los encargados de sabotearlos. Aquí tienes algunos ejemplos de escritores criticados por otros escritores.
Carson McCullers
La autora de libros como El corazón es un cazador solitario (1940), Frankie y la boda (1946) y La balada del café triste (1951) fue pionera en tratar temas como el racismo o la homosexualidad. Sin embargo, Arthur Miller la catalogó de «autora menor». Flannery O’Connor dijo directamente: «Su obra no me gusta nada». Desconozco si McCullers tuvo la oportunidad de pedirles algún argumento para semejantes aseveraciones.
Tom Wolfe
Maxwell Perkins era editor de escritores tan afamados como Scott Fitzgerald. Creyendo estar ante un nuevo talento, mandó las galeradas de la primera novela de Tom Wolfe, El ángel que nos mira, a Fitzgerald, junto a una dedicatoria. La respuesta fue escueta: «Querido Max, me ha gustado la dedicatoria, pero a lo que sigue le falta brillo». ¿Cambiaría de opinión con el paso del tiempo?
J. D. Salinger
Salinger contradice mi exposición inicial acerca del afán de protagonismo de los escritores, ya sea como autores o por sus obras. Él prefirió recluirse y no volver a publicar, tras el impacto causado por El guardián entre centeno. Su peculiar carácter quizá le hiciera inmune a críticas como las de Joan Didion. Tachó su obra de «espuria» y de «halagar la trivialidad que anida en los lectores y su tendencia de aleccionarlos». Seguramente, Didion quedó encantada con la decisión de Salinger.
Jack Kerouac
Pionero de la Generación Beat y de la escritura automática o espontánea, no fue entendido por otros autores de su época. Truman Capote dejó muy clara su postura con esta frase: «Eso no es escribir, sino mecanografiar». En su defensa, Kerouac alegaba que invertía mucho tiempo en la revisión de sus textos para hacerlos más divulgativos. Dos formas diferentes de entender el proceso creativo.
Toni Morrison
En 1993, Toni Morrison obtuvo el Premio Nobel de Literatura, pero más de uno demostró públicamente su desacuerdo. Erica Jong opinó que «el premio no se había concedido únicamente por consideraciones artísticas». Mientras que Stanley Crouch, un crítico cultural afroamericano, dijo: «Espero que este premio la inspire para escribir mejores libros». Anteriormente, ya había catalogado su novela Beloved como «literatura basura de protesta».
Edgar Allan Poe
Al pobre Edgar no le tenían en alta estima sus contemporáneos. T. S. Eliot dijo de él que tenía «el intelecto de una persona talentosa antes de la pubertad». Mark Twain, por su parte, opinó: «Su prosa me parece ilegible, como la de Jane Austen» (dos zascas al precio de uno). Y W. H. Auden no escatimó en detalles: «Un hombre muy poco viril cuya vida amorosa parece haberse limitado a llorar en regazos y comportarse como un crío».
Mark Twain
Louise May Alcott, la autora de Mujercitas, le tenía bastante tirria a Twain. Una prueba evidente es esta declaración: «Si no puede escribir para nuestra juventud un libro mejor que Huckleberry Finn, le sugiero que no vuelva a escribir». Y no fue producto de un calentón, no. Era tanta su manía a ese libro, que inició una campaña de desprestigio hasta que consiguió que se prohibiera en Massachusetts. Esta fue una de las tantas censuras que sufrió el libro por su vulgaridad y supuesto racismo. Pero es probable que Twain no se lo tomara mal, puesto que las ventas se dispararon y se convirtió en una celebridad.
James Joyce
La lectura de las obras de Joyce es complicada, y parece que su carácter iba en la misma línea. El poeta Willian Butler Yeats tuvo un desafortunado encuentro con él, en el que se tuvo que morder varias veces la lengua. Tiempo después, declaró: «En mi vida he conocido a nadie con un talento tan nimio y una vanidad tan colosal». No me extrañaría que Joyce apareciera más tarde en su casa para darle la réplica.
Charles Dickens
Las novelas por entregas de Dickens causaban gran expectación entre los lectores, que sufrían por el destino de los personajes. Oscar Wilde se mofó de ello: «Uno tendría que tener el corazón de piedra para leer la muerte de la pequeña Neil sin echarse a llorar… de la risa». Muchos afirman que Dickens fue el Stephen King de su época. Prueba de ello es esta afirmación del Saturday Review en 1858: «No creemos que su fama perdure. Nuestros descendientes se sorprenderán de que sus antepasados lo considerasen el gran novelista de su época». Es evidente que se equivocaron.
¿Qué te parece que unos escritores opinen sobre otros escritores: libertad de expresión o pura envidia?

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26 Comments
Opinan hasta quien no se ha leido los libros, ¿por qué no van a opinar los autores? eso si, siempre espero y deseo desde el caracter constructor
Claro que sí, otro autor conoce el proceso desde dentro, y su opinión es muy valiosa. El problema es cuando no hay espíritu constructivo en la crítica.
pero entonces no es crítica, es opinión
Crítica: Conjunto de opiniones o juicios que responden a un análisis y que pueden resultar positivos o negativos.
😉
Tiene usted razón. Escogí mal la palabra y no estuve a tiempo de matizarla. Si bien es cierto que las críticas están formadas por opiniones no todas las opiniones son críticas. Yo me refería a esas opiniones que no analizan, són un simple no rotundo por una especie de cabezonería de tener el poder de destruir 8P
Muy de acuerdo.
Un gran articulo, buen trabajo.
Gracias. 🙂
Como dices, en el mundo del arte es muy frecuente encontrarse con egos inmensos y creo que gran parte de estas críticas nacen exactamente de esos egos. Al final, por enormes que fueran sus intelectos y sus talentos, eran tan humanos como los demás, tan dados al miedo y a la envidia como cualquiera. Por otro lado, cuando compartimos lo que creamos con el mundo, nos exponemos a toda clase de críticas y es algo que debemos aceptar. Pero también debemos aprender a diferenciar aquellas críticas que nacen de la neutralidad y la buena disposición de aquellas otras que son sólo una proyección de frustraciones y rencores personales. Como siempre, un artículo sumamente interesante. Un besote! 🙂
Totalmente de acuerdo. Hacer oídos sordos a las críticas destructivas al principio es complicado, pero necesario si se quiere seguir adelante. Gracias por tu aportación. Un beso.
Me ha encantado la publicacion. Siempre se ha sabido que el ego del escritor, era muy sibido, pero creo a mi ver, que es logico, porque si no, en ocasiones uno no tendria la suficiente fuerza para segir, ya que los leones estan al acecho y en cuanto te descuidadas, te comen. Si es cierto, que es peor la critica a la persona, más que a la obra. Me encanra estas cosas, (de investigación ).
Las críticas hacia la persona suelen tener más mala fe, por lo que estoy de acuerdo que son peores e innecesarias. Estate atenta, que próximamente habrá más artículos de este estilo. Gracias por comentar.
Creo que lo importante es defender tus escritos cuando te lleguen críticas constructivas, cuando llegan las destructivas son eso… puro fango. Hay que cuidar cada escrito como si fuese una novia o un novio, traerle flores y enamorarte perdidamente de lo que has escrito, se nota mucho después en el resultado.
Esto es taaaan subjetivo… Y a la gente le da mucho coraje que la gente tenga éxito. Ser tu mismo: La puta clave.
Me ha encantado tu comentario, estoy de acuerdo contigo. Las críticas van a estar siempre ahí, lo importante es que uno sea honesto consigo mismo y con lo que hace. Si no estás satisfecho de tu obra, es difícil que lo estén los demás.
Hoy en día se estila más el dar jabón a base de bien, aunque a la obra en cuestión no le hayan pasado ni el corrector del word.
También hay un buen puñado de envidiosos que ponen a parir cualquier cosa que venda más que lo que ellos venderán en la vida, porque ya se sabe que la culpa de que nadie lea los libros de uno es siempre de los demás.
En cuanto a los ejemplos que nos acercas, coincido con otro comentario en que las antipatías y envidias son patrimonio de la humanidad, sea cual sea la profesión de cada uno, así que los escritores son tan antipáticos y envidiosos como cualquiera. Al menos, aparentemente eran sinceros.
Un artículo muy entretenido.
Un abrazo, escritora. 😉
Lo de dar jabón es la otra cara de la moneda, tan malo como la crítica destructiva. Una opinión razonada sobre lo bueno y lo malo de una obra o un escritor es mucho más útil que fingir que todo es perfecto, lo cual ayuda poco a progresar.
Un abrazo, escritor. 😉
La crítica mala cuando uno tiene el riñón acomodado y, probablemente, forrado de billetes, supongo que resbala si ese autor llega a leerla. En el momento en que uno comienza a escribir, no creo otra forma mejor de aprender y mejorar que tener a tu lado a personas críticas que se toman la molestia de analizar el trabajo de uno. Pero, claro, hay cosas que duelen cuando uno cree que lo ha hecho muy bien. Y supongo que hay que ir con cuidado también y valorar qué tipo de críticas pueden acercar o alejar del propósito de escritor que cada uno tiene en mente. Por otro lado, quien crea que puede gustar a todo el mundo o que no gustar a todo el mundo es indicativo de ser peor o mejor, es un poco tonto. Buen artículo. 🙂
Supongo que, cuando la fama y el dinero han llegado, las críticas resbalan más, aunque dependerá del carácter. Está demostrado que a un insulto se le da más importancia que a cinco elogios. En todo caso, antes y después de triunfar, se ha de escuchar a las críticas constructivas, porque nunca seremos tan buenos como para hacerles oídos sordos.
Gracias por tu comentario.
Un abrazo.
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Genial artículo, Ester 🙂
Muchas gracias. ^^
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Un artículo muy interesante; aunque confunde usted en a Tom Wolfe (nacido en 1931), foto incluida, con Thomas Wolfe ( 1900-1938), que fue quien escribió “El ángel que nos mira” y fue criticado por Scott FitzGerald; el otro Wolfe, a los nueve años, habría supuesto un récord de precocidad. Toda esa historia entre editor y autores está presente en la película “El editor de libros”, aunque sea aburrida y saque de quicio que el protagonista nunca se quite el sombrero.
¡Gracias por el apunte! El error viene de mi fuente de referencia, mi ignorancia sobre estos dos autores en particular no me permitió detectarlo.
Saludos.
Muy interesante, como todos tu artículos. Gracias una vez más😍
Gracias a ti por tus palabras. 😉
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