En mi casa no he visto leer a nadie y apenas había libros. Los pocos que encontraba estaban maltratados y era casi imposible leerlos. Por eso, los que tenía los releía una y otra vez. Hasta que nos mudamos de casa… Y allí se quedaron.
Se ve que mis padres no los consideraron una pertenencia digna de cargar de un lado a otro. Aún hoy los echo de menos, sobre todo un libro gigante de contabilidad. Qué cosas más raras leía de pequeña, estaréis pensando. Pero no, ese libro no lo leía, sus páginas estaban en blanco. En él garabateaba los cuentos y dibujos que me inventaba (o plagiaba). Ese fue, sin ninguna duda, el mayor tesoro de mi infancia, pero quedó olvidado, junto al resto de libros, a saber dónde. Por eso, la pequeña colección que conservo está compuesta por todos aquellos que adquirí a partir de los 9 años. Y hoy vengo a enseñárosla para recordar los libros de nuestra infancia.
Los libros que se salvaron de la quema

El escarabajo de oro y otros cuentos Gilles y el caso de los barcos mosca
Estos libros ya rondaban por mi antigua casa y consiguieron llegar a la nueva. Se colarían en alguna caja, seguro. Y me alegro, sobre todo por El escarabajo de oro y otros cuentos, de Edgar Allan Poe. Por muchos cuentos que tuviera el libro, para mí solo existía uno: «Los crímenes de la Rue Morgue». Ese era mi cuento favorito a los 8 años. (Nota mental: Tengo que releerlo, sin olvidarme del resto esta vez). Respecto a Gilles y su pandilla, lo intenté varias veces, pero no logré que me engancharan sus aventuras. Quizá faltara algo de sangre…
Colección Barco de Vapor

El rey pequeño y gordito
Un solo de clarinete
Los Barton
¿Quién no ha tenido libros de la colección Barco de Vapor? Estos eran los míos. Reconozco que solo leí El rey pequeño y gordito, y es que a mí esta colección nunca me ha resultado demasiado atractiva. Los demás los cogía, los hojeaba, leía un par de páginas y los abandonaba. En aquellos tiempos prefería un cuento corto que una novela. Para cuando empecé a leer historias más largas, esas ya me parecían muy infantiles y por eso nunca les di una oportunidad.
El primer libro que me compré

El libro de los cuentos de hoy
Ese libro me lo compré justo cuando me mudé de casa. La verdad es que los cuentos que contenía nunca me parecieron demasiado buenos. La narración estaba poco elaborada y solían tratar temas cotidianos que no motivaban mi imaginación, por lo que releía los más fantasiosos y dejaba de lado el resto. Lo que sí me maravillaba de este libro eran sus ilustraciones, que dibujaba o calcaba sin parar.

Colección Pesadillas

Pesadillas
La calle del terror
Fantasmas de Fear street
Y entonces llegaron las Pesadillas. Estas novelas de terror fueron los best-sellers infantiles de los 90, ¡con serie de televisión incluida! A mí me encantaban y, siempre que me dejaban, me compraba una más para aumentar mi colección. Valían entre 595 y 695 pesetas (entre 3,5 y 4 euros, para los que sois demasiado jóvenes). Mi favorita de la colección Pesadillas era La casa de la muerte. También salieron otras colecciones aprovechando el tirón, como Fantasmas de Fear Street o La calle del Terror; de la primera compré El ojo de la pitonisa, que no me impresionó, y de la segunda, Un verano diabólico, que releí más de una vez y me pareció un gran libro, como una historia que quizá ya fuera más juvenil que infantil.
¿Todavía se hacen excursiones a los bancos?

Historia de un cajero automático que sabía frases de amor
Calculo que sería el año 1996 cuando fuimos de excursión al Banco Bilbao Vizcaya. Nos regalaron una cartera con forma de billete de 5 euros y una calculadora conversora de pesetas a euros. ¿Nos hablarían de la llegada del euro? Supongo. ¿Querrían que le cogiéramos cariño? No lo recuerdo. Sea como fuere, lo que más me gustó de la excursión fue que también nos dieron esta novelilla, que me pareció muy divertida y que leí muchas veces.
No hay infancia sin tebeo…

Esther
O cómic, como se dice ahora. Y este fue el mío. Una prima me dejó escoger alguno de sus libros para quedármelo y esta fue mi elección. Me hizo gracia que la protagonista se llamara como yo, con la hache incluida, todo un logro. Y las ilustraciones me encantaban, para variar. Tendría unos doce años por entonces y me resultaba bastante ñoño que el chico que le gustaba a la protagonista se llamase Juanito, pero no negaré que me lo pasé muy bien con sus historietas.
Lecturas obligatorias del instituto
Las lecturas obligatorias del instituto se dividen en dos grupos:
–Historias de adolescentes como tú. Bueno, como yo, no. Mi vida no era tan emocionante ni mi familia tan desestructurada como la de los protagonistas de estas novelas. Eran fáciles de leer y enganchaban, con lo que los profesores lograban motivar el hábito lector de muchos.

Títulos traducidos:
Quemando
¿Qué te preocupa, Nuria?
–Clásicos. Pero hay clásicos y clásicos. Porque la obra de teatro de Dario Fo me pareció divertidísima, pero la novela caballeresca de Joanot Martorell, un tostonazo (a pesar de la escena subidita de tono).

¡Aquí no paga ni dios! Tiran lo Blanc
¿Cuáles fueron vuestras experiencias con las lecturas obligatorias del instituto? Yo soy de Valencia, pero imagino que en otras comunidades de España se leerán autores característicos de la zona.
¿Seguimos recordando los libros de nuestra infancia?
Y con estos libros acabo el repaso al estante de lecturas de mi infancia. ¿Os animáis a hacer el vuestro para recordar los libros de nuestra infancia?
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