Relatos

Relato crossover: ¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!

01/05/2015
RELATO CROSSOVER

Montag deja que la escalera lo lleve hacia el exterior, a la quietud de la noche. Sonríe. Seguro que está recordando cómo han ardido esas partituras y discos. Le resulta excitante su nuevo cometido. Huelen diferente a los libros, tardan más en desintegrarse. ¡Qué divertido!

De repente, aminora el paso. Le ha parecido que alguien pronuncia su nombre. Mira hacia los lados y distingue la silueta de una mujer sentada, pero a mí no me ve. Dubitativo, sigue andando. Sabe que ella no ha hablado, la voz que ha oído era la de un hombre. La mía.

Para en seco y vuelve sobre sus pasos. Hay rumores sobre mujercitas insubordinadas que han agredido a bomberos. Al verla de cerca, sabe que no tiene de qué preocuparse. Su aspecto es cándido, inofensivo, como de otra época. Sin embargo, cuando está a punto de darse la vuelta, se da cuenta. No puede creerlo, pero a dos metros de distancia no le cabe duda: lo que tiene entre las manos es un libro.

–Disculpe, señorita, ¿qué está haciendo?

–Leer mi libro. Disfruto tanto con este pasaje.

Menuda sorpresa, ¿eh? Y él que creía que ya habían acabado con todos.

–No debería tener eso, y mucho menos usarlo en público; le traerá problemas. Démelo. –La mujer frunce el ceño, pero no contesta–. Si me lo entrega para que lo destruya, no diré nada, ¿de acuerdo? Pero si se niega, tendré que dar parte de su conducta… –El silencio de la mujer lo enerva–. Señorita, identifíquese inmediatamente.

–Ya no soy nadie… gracias a usted.

«Montag…».

–¡Otra vez esa voz! Dígale a su amiguito que salga de donde esté escondido.

La mujer baja la mirada y sigue leyendo.

–¡Pare ahora mismo! ¿Me oye? ¡Le estoy hablando!

«Montag…».

–¡Maldita sea! ¿Dónde está? Dé la cara de una vez, quienquiera que sea.

«Montag, creí que mi memoria existía, que mi recuerdo viviría siempre y que mi música en la gloria sería la salvación de este maldito infierno; pero tú has acabado con todo eso».

–¿Se trata de una broma? ¿A qué juegan? Los voy a acusar de acto de rebeldía y desacato a la autoridad.

–Cuando era una chiquilla, escribir era mi principal acto de rebeldía –dice la mujer, sin levantar la vista del libro–. Después de tantos años, ¿lo es leer? ¡Qué triste es este mundo! Ya le decía a Teddy que el futuro solo podía ir a peor… –Suspira y pasa la página.

–¿Escribir? Pero ¿qué está diciendo? Es peor de lo que pensaba. Tendré que tomar medidas.

–No, las tendré que tomar yo. –Se levanta y camina hacia Montag.

Toco las primeras notas de Territorial Pissings con mi guitarra. Empiezo a cantar justo cuando Jo March derriba al bombero. ¡Tiene tanta pasión aniquilando al enemigo! ¿Seré capaz de contagiarme de su pasión? Me acerco a Montag y le susurro al oído: «Just because you’re paranoid, don’t mean they’re not after you». Será su último recuerdo.

–Uno menos –dice Jo. Su libro está ensangrentado, pero ha merecido la pena.

De las sombras sale el resto del equipo: Jane Eyre y Elisabeth Bennet van las primeras.

–El periodo de aleccionamiento ha terminado, Kurt. Ahora, debéis tomar el relevo. Estás al mando.

Asiento. No puedo soportar tanta estupidez, por fin podré desahogarme. Las cabezas de esos jodidos bomberos serán un buen lugar donde destrozar mi guitarra. Muerte y renovación son mi nueva droga. Nirvana.

 

Otros relatos crossover

RELATO CROSSOVER

Los Insectos comunes han creado otros relatos crossover entre Mujercitas y Fahrenheit 451. Aquí los tenéis:

Letras que arden – Chuke Rivers

Muerto – La Rata Gris

Huelo a fuego, mujercita – David Centeno

Una hoja chamuscada al vuelo – Luis Ernesto Molina

Mujercitas – Fahrenheit 451 – Kurt Cobain – Manu LF

Jesús no me quiere para ser un rayo del sol – Benjamín Recacha

 

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