¿El escritor nace o se hace? Esta quizá sea la pregunta más tópica en el mundo de la literatura, junto con la de «¿eres escritor de mapa o de brújula?». E igual que una vez encuesté a 82 escritores para ver si predominaban los maperos o los brujuleros y, de paso, analicé de qué dependía ser de un tipo u otro, en esta ocasión he querido indagar sobre si de verdad las ganas de escribir historias es algo innato o aparecen con el tiempo. Para ello, he preguntado a 35 escritores qué edad tenían cuando escribieron su primera historia (me han contado anécdotas las mar de bonitas y curiosas, ya verás) y si ellos piensan que se nace con ganas de escribir o surgen con el paso de los años y la acumulación de vivencias.
La primera vez de 35 escritores
Bueno, de 36, porque si voy a desvelar la primera vez de ellos, más me vale que empiece compartiendo la mía.
Mi primera vez
No recuerdo la edad exacta, pero tendría unos seis años cuando escribí mi primer cuento. La profesora nos lo mandó como ejercicio de clase y yo me inventé la historia de unas sandías parlantes que se perdían en el bosque. Bueno, eso de que me lo inventé es mucho decir, porque, si eres de mi generación, te habrás dado cuenta de que plagié a Los Fruittis y solo me molesté en cambiar el tipo de fruta.
Sin embargo, pronto empecé a escribir como pasatiempo. Con siete años iba acumulando poesías, muchas, ¡muchísimas! Mi madre se malacostumbró y ya era casi una obligación dedicarle una por su cumpleaños y otra por el Día de la Madre. Seguramente, la buena mujer guarde algunas de ellas por su casa, sobre todo de mis últimos tiempos como poetisa, con once o doce años.
Mi primer relato
Mi primer relato original lo escribí con ocho años. Ese sí lo conservo en alguna carpeta, ilustrado, por supuesto, porque yo, además de escribir continuamente, dibujaba mucho. No recuerdo cómo se titulaba, pero sí de qué iba: una plebeya iba con su hija pequeña a pedir ayuda al rey. El rey la hacía su sirvienta. Con los años, cómo no, se enamoraba de la hija, pero como ella no quería casarse con él, la encerraba en el palacio. El joven Sunday, el verdadero amor de la muchacha, se colaba por unos pasadizos secretos y se fugaban juntos. No me acuerdo cómo, el rey acababa haciéndose bueno y, al morir, les daba el reino a ellos para que fueran felices y comieran perdices.
Mi primera novela
Mi primera novela la escribí con diez años. ¿Y por qué me dio por ahí? Porque en el libro de Lengua explicaban paso a paso cómo hacerlo. Para mí, eso fue un gran descubrimiento. Pensé que, tal vez, al profesor le parecería tan interesante como a mí y a final de curso nos pediría escribir un libro siguiendo esas instrucciones, tal y como animaba a hacer el libro, así que me puse manos a la obra desde el primer trimestre. Todos los días me sentaba un ratito. Recuerdo que un día vino de visita un primo mío veintiañero y, al verme tan concentrada, me preguntó qué hacía. Yo, con la mayor naturalidad del mundo, le dije: «Estoy escribiendo un libro». Se rio en mi cara. Y me ofendí, eh, porque yo hablaba muy en serio.
El resultado fue Aventura en el castillo embrujado, 114 páginas escritas a mano en tres libretas medio rotas que le habían sobrado a mi hermana mayor en cursos anteriores.

Con motivo del XXV aniversario de Aventura en el castillo embrujado, muestro el manuscrito original.
Cuando le pregunté al profesor si iba a mandar el ejercicio de escribir un libro y me dijo que no, me decepcioné. Es más, se negó a leer lo que había escrito con cara de espanto y me dijo que, como mucho, le echaba un ojo a un resumen. Ahí, incentivando la creatividad desde la infancia.
Pero pronto se me pasó el disgusto. Estaba orgullosa de lo que había conseguido. Le tengo muchísimo cariño a aquella historia. Aún hoy la leo y me rio, pero en el buen sentido, ¡me parece muy divertida! Eso sí, muchas de sus escenas y un par de personajes son un plagio descarado de Dentro del laberinto, mi película favorita de la infancia, y yo era consciente de ello. Por eso me juré a mí misma que algún día escribiría una novela de verdad.
Cuando mi sobrino cumplió siete años se lo regalé en forma de libro.

Si has visto Dentro del laberinto, seguro que sabes qué personaje plagié.
Y ahora que tiene diez años y le han pedido que aporte dos libros a la biblioteca de la clase, ha llevado el mío. ¡Me he convertido en lectura obligatoria! Y según me cuenta, está gustando. A ver si mi libro consigue crear lectores y anima a algún niño a escribir sus propias historias.
Ya te he contado mis primeras incursiones literarias, así que toca dar paso a la primera vez de otros 35 escritores.
Abel Amutxategi:
Escribí mi primera historia sobre los siete años. Estoy seguro de que antes escribí alguna que otra cosilla más, pero recuerdo que eso fue lo primero que escribí con vocación de que alguien más pudiera leerlo y disfrutar con ello. No recuerdo su argumento completo, pero era un cuento ilustrado sobre un reino de gusanos que vivían en una manzana gigante, en lo alto de una montaña. Sé que el reino estaba en peligro y que la reina movilizaba a sus tropas para hacer frente a ese peligro, pero poco más.
La maquetación era de lo más sencilla: a cada cara de texto le seguía un dibujo en color a página completa. Me encantaría leerlo ahora, pero creo que los dioses de los zafarranchos de limpieza pasados lo convirtieron en pulpa hace ya mucho tiempo.
LM Mateo:
Escribo desde que tengo conocimiento. Empecé con un diario (rosa, con un arpa, era horrible). Al principio contaba lo que hacía en el cole, pero con 8 años empecé a redactar poemas e historias cortas. El primer relato lo escribí con 9 años. No lo conservo, pero era de aventuras tipo «Los Cinco». Luego me dio por escribir poemas. De esos conservo bastantes, sobre todo de entre los 14 y los 17 años. Los relatos cambiaron a fantasía y realismo con crítica social. Hoy en día sigo escribiendo relato, pero el género varía bastante.
LM Mateo no solo cuenta su primera vez, sino que se atreve a mostrarnos algunos de sus poemas juveniles.
Lo más viejo que he encontrado es del 20.10.94. Tenía 15 años y un mes. Es muy malo. Muy ochentero. Terrible.
Pero tengo otro de siete meses más tarde, el 2.5.95, también con 15 años, que es menos malo. Creo que irían bien para un artículo sobre los milagros de escribir a diario.
¿El escritor nace o se hace? Esto es lo que piensa LM Mateo:
Covadonga González-Porta:
Creo que tenía 5 o 6 años. Escribí en una máquina de escribir un cuento en el que contaba como celebrábamos el cumple de mi abuela. Luego lo recorté (aún no sé cómo tuve tan buen pulso) y lo pegué en unas hojas grapadas entre sí. En cada una ponía un par de frases y hacía un dibujo. Se lo regalé a mi abuela por su cumpleaños. Mi padre lo encontró cuando murió mi abuela y lo guardó. Me lo dio hace unos años. Ha sobrevivido a alguna inundación o gotera de importancia.
Covadonga tiene el detalle de compartir unas fotos de esa primera historia tan especial.
Respecto a si la escritura es algo innato, opina:
Pablo Ferradas:
Mis primeras historias fueron cómics de superhéroes. Creo que quería contar historias más cercanas, convertir Nueva York en el Madrid de los 90. Mi protagonista tenía nombre de whisky, un tipo duro sin poderes que impartía una justicia cercana al Castigador o a Butcher de The Boys. Supongo que en lo que escribo hoy queda mucho de juvenil, de justiciero, de fantasía y de traerme al terruño las historias.
Alicia Pérez Gil:
Yo empecé a escribir mi diario como a los 12 años. Y mis primeras historias sobre los 15. Historias de terror con casa encantadas y mucha gente que moría de manera sangrienta. Conservo algunas cosas, pocas. Y son muy malas pero muy voluntariosas. Y bueno, parece que conservo el gusto por el mismo género.
Cristina Parada Fraga:
Lo primero que escribí fue un poema, con 17 años, que versaba sobre la posibilidad de vida en otros mundos y me lo inspiró mi primer trabajo como secretaria de un tipo estudioso del mundo extraterrestre. Luego a los 23 escribí un cuento, también basado en una experiencia personal y de ahí al haiku y la poesía de verso libre fue solo una sumatoria y explosión de sentimientos y sensaciones… Y así seguí, hasta los cincuenta y tantos, en que me largué a la piscina con mi primera novela.
Mavi Pastor:
Yo, con 13 años, escribí un relato fantástico llamado ¿Qué pinto yo en la Edad Media? Tiene que ver con mis gustos lectores (histórica medieval y fantasía épica), y con lo que escribí para Nanowrimo 2018, pero no con lo que publico. A esa edad también adapté varias obras de teatro de autores sin derechos (Shakespeare, Calderón) con el objetivo de reducir personajes y poder representarlas. De mayor también lo hice con la comedia irrepresentable La Gran Sultana, de Cervantes y, por supuesto, la llevé a las tablas.
Anna Boluda:
Yo escribí mi primera historia completa en el instituto, de adolescente. La protagonista también era adolescente y reflexionaba sobre la soledad y el suicidio. Luego hice historias de terror e infanticidios. Nada que ver con lo que escribo ahora, que es memoria histórica (no ficción), también tengo una novela juvenil sobre diversidad LGTB, bullying y homofobia, y relatos diversos para público adulto, generalmente sobre mujeres.
Pilar Navarro Colorado:
Con 7 u 8 años escribía poesías. Lo dejé a los 20 y he vuelto ahora a los 20+x. Con 8, diarios y cartas. Con 12 o 13, un cuento/cómic que mi profe dijo que me lo había copiado de alguien (nooooo). No he seguido ese género. Ya adolescente, sobre los 14, algún relato y varios comienzos de novela. Unos de tinte romántico y otros no sabría decirte el género.
Gema Moratalla:
Yo empecé muy jovencita con cuentos cortos y dos borradores de novela. Me encantaba participar en los concursos literarios de mi instituto. Algún premio me llevé. También escribía diarios (que, por cierto, acabo de recopilar porque quiero releerlos… Madre mía, lo que voy a encontrar ahí).
Armando Valdemar:
Yo empecé a escribir sobre los 13 años, cuando comencé a rolear. Lo que escribo ahora se parece en espíritu a aquello. En calidad y desarrollo, gracias a Crom, evolucioné. Lo bueno es que siento el germen de aquellos tiempos bien arraigado. De hecho, jugar y narrar partidas de rol durante 15 años me ayudó a crear todo mi imaginario.
Javier De Vitorio:
Mi primera historia nació en cuanto pase del «Mi mamá me mima» de los cuadernillos Rubio a escribir en libretas de dos rayas. Luego lo dejé a los 20 y volví a retomarlo a los 40 (dejando textos profesionales y artículos aparte). La temática de mis primeros relatos era fantasía y ciencia ficción. Aún sigo cultivando esos géneros en mis relatos, pero mis novelas van por otros derroteros mucho más cercanos a la actualidad.
Javier Rumegó:
La primera historia la escribí con 17 años. Ni idea de qué me impulsó a escribirla. Fantasía, muy influenciado por Tolkien. Ahora no escribo ni medio parecido en cuanto a temática, aunque quién sabe, a lo mejor vuelvo algún día al redil.
Francisco Lozano:
A los 14 años me decidí escribir las dudas que me intrigaban, cómo por ejemplo el porqué pensamos, razonamos, qué es la mente, los pensamientos, los sentimientos, qué es la conciencia, la memoria y si es igual a los recuerdos. Y llegué hasta preguntarme qué es el amor y si es lo mismo que querer; en dónde está el alma o si el espíritu y el alma son lo mismo, pues así me lo confirmaban (yo dudaba). Y me llegó otro tipo de amor, el de una chica mayor que yo. Y escribía también mis sentimientos.
Nunca más he dejado de escribir y estudiar de ambos, hasta llegar a terminar mi primer libro que está en proceso (lectores 0); es del género autoayuda, aunque el mío se refiera a ayuda mutua, a aprender a amar y a dar, pero también a saber recibir, por esa razón siento que no encaja en ese género, pero no hay más y se acepta.
Gemma Solsona Asensio:
Pues calculo que tenía 8, 9 años, y lo sé por algo curioso… Mi abuela, mi iaia, transcribió mis primeros cuentos en una libreta amarilla, y la fecha es de 1986. Los cuentos supongo que nacieron como respuesta a lo que leía entonces. Aparecen, cómo no, princesas, hadas, duendes y brujas. Siguen apareciendo hadas, brujas y duendes en mis historias (princesas no tanto), pero son más oscuras y sus finales no son tan dulces. Aquí una foto de la libreta, que guardo como un tesoro, con la letra pulcra y redonda de mi abuela Teresa.
Además de compartir su primera vez escribiendo y la fotografía de la libreta de su iaia, Gemma da su opinión sobre si el escritor nace o se hace.
José Manuel Blanco:
La primera historia ‘oficial’ (hubo cosas antes, una especie de fanfics —madre mía, aquello eran fanfics y no lo sabía entonces— de… Pokémon) fue con 12 años o así. Nos la pidieron en clase para un concurso de mi pueblo, y participábamos a través del colegio. Trataba sobre una persona mayor que recordaba cuando era pequeño y jugaba a llamar a las puertas de las casas y salir corriendo. ¿En qué se parece aquello a lo que escribo ahora? En el humor, en que es contemporáneo y con espacios reconocibles…
Ana García Herráez:
Yo empezaría a los 14 o 15 años, pero con poesía, para romper mano, aunque podría decirse que eran poemas narrativos, con una historia. Supongo que escribía para sacar sentimientos que bullían dentro de mí. Cuando ya se me calmaron las hormonas (amor, desamor, gestas heroicas, etc.) comencé a escribir textos en prosa que solo compartía con un par de amigas (pobres…). Poca cosa ha sobrevivido a la reescritura y el olvido.
Lo importante es que la escritura ya era una vía de escape para mí, una entrada a otro mundo que necesitaba. Desde hace años ya escribo narrativa, novela y textos que siguen conservando el aire poético de los de juventud, pero tratan con más profundidad lo que he ido aprendiendo con los años. Para algo ha de servir hacerse mayor.
Vicente Raga:
Escribí mi primera novela a los 14 años, cuando vivía en un pueblo cercano a Londres. La presenté al concurso literario anual de la comarca, que estaba pensado para adultos ¡y lo gané! En aquella época leía Agatha Christie, así que mi novela tenía el mismo estilo. Fue muy divertido porque era un niño y la gente me reconocía por la calle como el «mocoso español».
Hugo SC:
Si no recuerdo mal, lo primero que escribí fueron unas viñetas de cómic. Tenia 11 o 12 años y eran de corte humorístico, aunque también incluían elementos eróticos… No está bien decirlo, pero vendí alguna en el cole. A los 13, al llegar a BUP, me dio por escribir canciones y poemas. La mayoría eran sarcásticas o irónicas, y gozaron también de una gran acogida, pero me sentía algo mal con los blancos de mis rimas y lo dejé.
Supongo que el humor ha sido una constante en mi vida. En las dos novelas que he escrito, pese a pertenecer a los géneros de «terror» y «policíaco» (lo pongo entre comillas porque no llegan a ajustarse del todo a esos géneros), el humor aflora en la orilla de cada frase, por más que trate de impedirlo. Algún día escribiré una novela de humor, por supuesto. De hecho, tengo una en mente desde hace tiempo. Pero me da algo de miedo hacerlo por si mato a alguien de risa, empezando por mí, porque sin pretender sumergirme en ello, lo que surge a veces de mi cabeza me produce auténtico vértigo…
Marta Payo Yubero:
Los dos primeros cuentos los escribí con 8 años. Uno era la transcripción de un disco muy antiguo de mi abuelo, así que «la letra» no es mía. El segundo fue la impresión del nacimiento de mi hermana, pero en tercera persona.
Escribo porque me gusta escribir. Porque quizás alguien disfrute si lo lee. Porque aprendo mucho documentándome y me encanta hacerlo de esta manera. Y creo que escribo pensando en niños, adolescentes y gente de cualquier edad con el espíritu joven. Un poco didácticos.
Ramón Márquez:
No recuerdo la edad, en la EGB ya escribía muchísimo. Pero creo que con 5 o 6 hice mi primer relato —o, al menos, es el primero que recuerdo—. Con dibujos y todo, me lo curré mucho. Estaba basado en la mitología griega, que era una de mis favoritas. Una sirena (carnívora, yo de peque tenía unas cosas que vaya tela) salvaba a un crío que se caía por un precipicio (y no se lo comía). Entonces Zeus bendecía a las suyas con un regalo, porque el niño era uno de sus hijos. Ellas pedían piernas y poder vivir también en tierra. Y lo primero que hacían las sirenas con piernas era arrasar toda la costa de Grecia, metiéndose unos festines que no veas.
Recuerdo estar terminándolo en el comedor de mi casa. Conmigo estaba uno de mis tíos que en aquel momento, creo que tenía menos de treinta. No sé por que será y de su cara de flipada máxima cuando, tras preguntarme de que trataba el cuento, le conté la historia. No sé, ahora lo pienso y me da la risa. Ya tenía un gusto muy gotiquillo de renacuajo, aunque luego era un nene muy bueno e inocente.
Ninoshka M. Matta:
A mis 10 años, con poesía, continúo haciéndolo, a mis 12 guiones, para obras escolares, basadas en novelas, a mis 14 años, mi primer cuento titulado Mi mejor amigo. Saque segundo lugar en una competencia escolar.Hoy en día sigo con la poesía y una novela en curso.
Aritz Pérez Berra:
Escribía pequeños cuentos e historias desde los 10-11 años, pero el primero que recuerdo al que metí muchas horas e inspiración fue coincidiendo con un trabajo de ética con 16 años. Leímos 1984, y había que hacer un comentario sobre el libro. En vez de eso, me inventé toda una historia donde yo era un espía de una pequeña isla estado y recibía el texto de 1984 como un informe de una persona infiltrada allí. De esta manera analizaba los puntos débiles de la sociedad, para poder empezar una revuelta desde dentro del país. Me puso muy buena calificación y una nota que no olvidaré: «Enhorabuena por tu trabajo. Hace tiempo que no me divertía tanto corrigiendo uno. Sigue así. Me encantan tus locuras».
Adella Brac:
Lo recuerdo perfectamente, tenía 11 años cuando empecé a escribir mi primera novela en la Olivetti de mi padre. Acababa de terminar de leer Robinson Crusoe y pensé: «Yo quiero hacer esto». Obviamente, me salió una mala copia. Aunque aquella no era una novela de fantasía (género que escribo actualmente), sí tenía ese componente de aventura que tienen todas mis historias.

Pedro Conde:
Tenía 11 años. Ya había escrito un cuento, pero era un trabajo para el cole, y también había empezado a escribir una historia junto con un amigo. Mi primera historia en solitario y sin tener obligación de hacerlo fue una novela de ciencia ficción. Unos extraterrestres invadían la tierra y mataban a toda la humanidad, pero Dios, que andaba por ahí en su mundo, nos daba una oportunidad salvando a un hombre y a una mujer que debían luchar contra los alienígenas. Les dio, eso sí, los poderes o características de todo ser viviente que había sido extinguido en la Tierra. Estaba yo muy contaminado con los cómics de superhéroes.
Hoy soy un ateo convencido… y Dios sigue apareciendo en muchas de mis historias. De vez en cuando escribo algo de ciencia ficción, aunque, como norma general, escribo sobre gente común, historias cotidianas (al fin y al cabo, crímenes hay todos los días).
Aurea López:
Tenía 7 u 8 años y escribí una poesía. Me motivó a escribirla el amor a la naturaleza. trataba de una rosa y de la fugacidad de la vida, tope profundo. Y sí que le veo semejanzas (con lo que escribo ahora), ya que, como a Gaudí, la naturaleza inspira todo lo que hago. Ahora escribo género fantástico e histórico, pero las plantas están muy presentes en todo lo que hago.
Pilar G. Cortés:
Yo creo que tenía 7 u 8 años cuando escribí mi primera historia. Estábamos en el comedor de mi casa, y utilicé la mesa de la máquina de coser de mi madre para apoyarme. Escribí sobre una niña que se hacía cantante y triunfaba en la música. La escribí para entretenerme y así descubrí que podía vivir las vidas que quisiera. Después de eso cambié de género y derivé al terror, a los cuentos gores y la fantasía. Pero ahora, de adulta, creo que volví al principio con la novela chicklit. Si lo ajusto un poco, el cuento aquel podría encajar en el género…
Cristina Grela:
No recuerdo la edad que tenía cuando escribí mi primera historia, pero era una niña, probablemente 10 u 11 años. A uno de mis primos le regalaron su primer ordenador, yo ni tenía, en aquella época un ordenador era un lujo, pintar con el Paint era el no va más y el interné ni existía.
Ver ese aparato, en el que podía escribir y borrar una y otra vez, hizo que me apeteciese escribir más si cabe (aunque yo ya dedicaba libretas enteras a eso). Así que se me ocurrió juntar mis dos apellidos y escribir una historia que se titulaba Un grelo en cespón. Se trataba de un grelo que tenía patas y vida propia y lo secuestraban cuando estaba de visita en el pueblo de Cespón. No sé cómo lo hizo, pero se agenció una ametralladora y se liberó de sus captores. La historia la imprimí, pero se terminó perdiendo igualmente. No obstante, recuerdo esa primera experiencia como escritora «publicada» como algo muy bonito.
Supongo que siempre me ha gustado el thriller, y eso es lo que tiene en común esa primera historia con lo que escribo ahora. Aunque, si lo piensas bien, un grelo parlante es más fantasía que novela negra, pero lo principal era el secuestro, así que los crímenes y la denuncia social siempre han estado (y estarán) en todo lo que escriba.
Antonio Bueno:
Tenía 14 años cuando escribí mi primera historia. Me vi impulsado a escribirla porque entonces ya tenía mucha imaginación y esa idea estaba latente en mi cabeza. Fue una especie de novelilla corta de ciencia ficción. Una catástrofe nuclear en la Tierra obliga a unos pocos a escapar en una nave. Llegan a Plutón buscando otro hogar y se encuentran con unos horribles seres. Tienen que luchar contra ellos para poder crear allí su nuevo hogar. Ahora solo escribo relatos de terror y misterio. Quizás la única semejanza sea la imaginación para crear las historias.
Daniel de Culla:
Con 11 años, cuando entré en el Seminario Conciliar de Segovia. Después de rezar, después de cantar y celebrar las fiestas gozosas del día, me ponía a escribir. Trataba de la mística. Yo quería ser santo. No tiene ninguna con lo que escribo ahora, que es temática social, erótica, laica.
En cuanto si se nace con ganas de escribir o aparecen con los años, Daniel de Culla opina que se nace con ellas.
Adela Iglesias:
Mi primera historia la escribí cuando cursaba la escuela primaria. Fue un cuento que le di de cumpleaños a una tía abuela muy muy querida. Me impulsó a escribirla el cariño por mi tía y una necesidad de plasmar por escrito emociones que no sabía manejar bien y que intuía que podían volverse más manejables si las transformaba en un cuento. Era la historia de un dragón llamado Llamaverde que quería hacer amigos, pero cada vez que lo intentaba le quemaba el pelo a las personas del pueblo donde vivía, llamado Rizos Quemados, por efecto del cariño del dragón.
Actualmente me sigo dedicando a la narrativa (cuento y novela). El tema de la pertenencia a un lugar o a un grupo sigue presente en mi trabajo.
Elena Álvarez:
¿Qué edad tenía cuando escribí mi primera historia? ¡12 años! Antes había escrito algún relato para el colegio y cosas así, pero empecé mi primera novela a los 12 y la terminé a los 13. Me di cuenta de que no tenía que esperar a ser mayor para contar una historia, y de que si era yo quien la escribía podía hacer que pasase lo que yo quisiera. Fue en aquella época cuando pasé de leer libros infantiles a juveniles, y supongo que me inspiraron con todas esas premisas de tú puedes con fuerza de voluntad.
¿De qué iba? Si coges todos los clichés de un libro de fantasía que se te ocurran, los mezclas un poquito y además los sazonas con la prosa de una niña de 12 años, puedes hacerte una idea. Una protagonista elegida para salvar el mundo que se enamora del malo de la película. Todo un clásico.
Quiero creer que he evolucionado un poquito. Realmente dejé de escribir fantasía hace un tiempo, cuando descubrí que me llenaba más la novela histórica, pero siguen fascinándome los personajes que deben luchar contra su destino para encontrar la felicidad.
Laura G. Miranda:
Creo que tenía 8 añitos, aunque con 7 años escribía un diario muy sencillito. Probé a escribir un cuento como parte de un juego. Iba de de una yegua llamada Oro y sus escarceos amorosos con sementales. Ahora escribo cosas diferentes, pero los escarceos amorosos siguen ahí.
Carolina Borrajo:
Recuerdo que escribí una historia sobre un mundo fantástico con unos 10 u 11 años, pero lo que recuerdo mejor fue una obra de teatro que escribí en 2.º de BUP y que se titulaba Las bodas de Calais. La escribí pensando en representarla con unos amigos de curso. La idea era disfrazarnos y grabarla en vídeo, en distintas localizaciones de nuestro entorno. No recuerdo los detalles, pero básicamente todos acababan emparejados, así que podemos decir que era romántica. Me inspiró la película de la obra de Shakespeare Mucho ruido y pocas nueces. No se parece en nada a lo que escribo actualmente; no escribo teatro ni romántica, al menos por el momento.
Lola Mérida:
Empecé a escribir con 9 años, hasta los 15 o 16. Empecé de nuevo unos 24 años más tarde. La primera historia con varios capítulos que escribí fue una que ahora me hace pensar en el principio de la serie Lost, pero con un tren, y trío amoroso… Tendría que haberla terminado.
Escribía porque me encantaba leer y contar historias a mis hermanos pequeños, pero mis padres creían que les impedía desarrollar su propia imaginación. Gané dos premios literarios para niños: el de mi pueblo y el de mi colegio, con una historia de aventuras (basada en la historia de la colonización de América) y con una historia de ciencia ficción. Por ahora, sí, corresponde a lo que quiero escribir…
¿El escritor nace o se hace?
Como ves, estos 35 escritores no se han puesto de acuerdo en si se nace con ganas de escribir o aparecen con el tiempo. Muchos creen que sí, que es algo innato, pero otros piensan que depende del entorno o las circunstancias. Sin embargo, absolutamente todos los entrevistados, que actualmente siguen volcados en la escritura, escribieron sus primeras historias de niños o adolescentes. ¿Casualidad?
Pero, claro, tener ganas de escribir no es lo mismo que ser escritor. De ahí que la pregunta de si el escritor nace o se hace tenga una única respuesta: el escritor se hace. Se hace a base de trabajo, aprendizaje y constancia. Por eso, solo unas pocas de esas miles (millones) de personas que escriben desde la infancia llegarán a ser escritores. Pocas «ganas innatas» sobrevivirán a semejante sacrificio.
Y tú, ¿a qué edad escribiste tu primera historia? ¿Me la cuentas?
Mil gracias a Abel Amutxategi, LM Mateo, Covadonga González-Porta, Pablo Ferradas, Alicia Pérez Gil, Cristina Parada, Mavi Pastor, Anna Boluda, Pilar Navarro Colorado, Gema Moratalla, Javier de Vitorio, Armando Valdemar, Javier Rumegó, Francisco Lozano, Gemma Solsona Asensio, José Manuel Blanco, Ana García Herráez, Vicente Raga, Hugo SC, Marta Payo Yubero, Ramón Márquez, Ninoshka M. Matta, Aritz Pérez Berra, Adella Brac, Pedro Conde, Pilar G. Cortés, Aurea López, Cristina Grela, Antonio Bueno, Daniel de Culla, Adela Iglesias, Elena Álvarez, Laura G. Miranda, Carolina Borrajo y Lola Mérida por compartir sus primeras historias.

¿Quieres leer Las semillas del rencor?
Escondido entre montañas, Pesinistra es un pueblo hostil incapaz de sacudirse los prejuicios. De Elisa dicen que lleva el demonio dentro por el color de su pelo. Ella no está dispuesta a tolerar su desprecio y se marcha a la gran ciudad. Pero allí no encuentra un futuro mejor y regresa al pueblo, donde solo le queda la mala vida que le vaticinaron.
Armada con el odio que han sembrado en ella, hará un juramento que sellará el destino de sus descendientes y de Pesinistra.
Adéntrate en esta saga familiar de realismo mágico en la que cinco mujeres buscan su lugar en el mundo.
6 Comments
¡Genial post!
Un placer haber aportado mi granito de arena 🙂
Abrazo grande.
Un placer contar contigo. 🙂
Pues yo empece a escribir a los 42 años. Bueno, antes habia escrito informes tecnicos, pues soy ingeniero industrial. Deje mi puesto de ejecutivo y me fui al Himalaya. Cuando volvi me presente en la revista VIAJAR y al entonces director, Luis Carandell, le ofreci fotoreportajes de Ladakh, Nepal, Trekking al Everest… .Y quien me escribe esto? Bueno… pues yo, le conteste. Asi empece en los años 80. Desde entonces he publicado cientos de reportajes en las revistas de viajes, en algunas femeninas y en El Pais.
Tambien de hoteles de lujo de todo el mundo, alguna guia turistica y hace un par de años mi novela autobiografica: “De Ejecutivo a Trotamundos”. Amores y tragedias de Paris al Himalaya.
Primero la publique como “Tras la estela de las montañas voladoras” con Atlantis. Hice varias presentaciones en Madrid y Barcelona. Vendi unos 200 ejemplares. Al cabo de un año me di cuenta que la editorial no tenia distribucion y mi libro no estaba en librerias y no se vendia. Entonces cancele el contrato, cambie titulo y portada y autopublique en Amazon. Desde entonces he vendido unos 500 ejemplares, 25 o 30 al mes, pero porque me preocupo de hacer alguna publicidad, conseguir reseñas, comentarios, ampliar mi lista de emails…
Y el “boca a oreja” funciona un poco, pues quien la lee la recomienda a amistades.
Ahora estoy escribiendo otro libro sobre mis andanzas por Asia.
Me excuso de no poner acentos, pero no se hacerlo desde el Ipad.
Y mil gracias, Esther por todo lo que nos cuentas y aprendemos.
Nunca es tarde para ponerse a escribir. Tu experiencia es muy motivadora, Francisco, gracias por compartirla.
Saludos.
Hola Esther, me interesa mucho tu blog. A mi siempre me interesó la escritura, había comenzado a escribir a los 12 años una aventura muy ficticia tipica de la edad, hoy en día me interesa ser escritor. De lo que más me gusta es la literatura medieval clásica, espero poder dedicarme a esto. Hoy con 20 años me parece bastante dificil pero con empeño creo que podré. Al ver tu blog me ayudó bastante para ver como puedo desempeñarme y se que me servirá de ayuda.
Un beso enorme!.
Hola, Roberto:
Me alegra que mis artículos te resulten útiles. No es un camino sencillo, pero con trabajo y espíritu crítico, irás mejorando.
Un abrazo.
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