Escribir es exponerse
Lo que escribas nunca va a gustar a todo el mundo, asúmelo. Por eso, si quieres ser escritor, debes aprender a encajar las opiniones de los lectores, sean críticas constructivas o malintencionadas. Así que, cuanto antes te curtas, mejor. Hace unos días, leí el artículo «Mamá, que ése dice que mi novela no vale para nada», de mi compañero Benjamín Recacha, cuya lectura te recomiendo. En él cuenta cómo ha salido airoso de algunos golpes bajos a su obra, así que recojo el testigo y aprovecho para contarte mi experiencia con las críticas.
Mi experiencia con las críticas
Es obvio que a todos nos gusta que nos digan lo buenos que somos. Pero las alabanzas no nos hacen mejorar. Quizá nos animen a seguir adelante (algo que también necesitamos). Sin embargo, ¿de qué servirá si caemos una y otra vez en los mismos errores? Si la gente solo nos dice lo bueno y se calla lo malo por miedo a herir nuestros sentimientos, nos estará haciendo un flaco favor.
A mí me han dicho muchas veces que escribo bien: mi madre, cuando le dedicaba poemas con ocho años; ese profesor que me preguntó si había copiado el cuento que le había entregado, porque no se creía que lo hubiera escrito yo; esa amiga a la que vi llorar después de leer una de mis introspecciones; el escritor que apadrinó mi novela en el certamen en el que quedé finalista o el jurado que me declaró ganadora de un concurso de microrrelatos. Incluso en un curso de escritura creativa que hice, mi tutor, un conocido novelista, alabó mis historias. Y en especial, mi microrrelato Mamá dice. Le dedicó estas palabras: «La verdad es que he visto pocos microrrelatos de terror tan impactantes y completos como este».
Los halagos que he recibido a lo largo de los años me han hecho creer que tengo dotes para la escritura. Eso me ayuda a no desistir, pero siempre he echado en falta que alguien señalara mis puntos débiles. El curso de escritura creativa fue el colmo: si tan buena era y apenas podía aportarme nada, ¡que me devolviera la pasta que me costó! Que no fue poca… Algo me decía que el trabajo de los tutores se reducía a decir palabras bonitas a los alumnos, lo que me decepcionó profundamente, porque no me ayudó a evolucionar. Me sentía estafada estancada.
LAB: el lugar de las críticas constructivas
Un tiempo después, me invitaron a asistir al LAB, un grupo de escritores que se reúne quincenalmente en Valencia para criticar en cada sesión el relato de uno de los miembros. Fui de cabeza. Estaba cansada de comentarios amables y políticamente correctos. ¡Quería sinceridad! Y eso fue lo que encontré. Por eso sigo asistiendo. Las reuniones del LAB son un continuo intercambio de opiniones que me hacen reflexionar sobre mi escritura y mejorarla.
Aún recuerdo la primera vez que asistí. Vapulearon el relato protagonista de la sesión casi frase por frase; eso sí, con críticas argumentadas. Me recordaron a Risto Mejide en los tiempos de Operación Triunfo: palabras duras pero no exentas de verdad. Semanas después, me atreví a presentar un relato mío. Recalcaron los fallos que yo ya sabía que tenía y me hicieron ver otros de los que no era consciente.
Aunque cada vez que me he enfrentado a su veredicto, he sentido el mismo miedo que aquel día, todas las sesiones me han servido para profundizar en mi escritura. Puedo estar más o menos de acuerdo con sus comentarios, pero cuando varios coinciden en señalar las mismas fortalezas y errores, por algo es, y sería estúpido hacer oídos sordos.
No todos los que pasan por el LAB vuelven, porque no todos están preparados para recibir críticas negativas. Los que regresan son quienes asumen que siempre pueden mejorar; y ese es el único camino para crecer como escritores.
El mayor aprendizaje del LAB es curtirse ante las críticas, aprender de todas ellas, hasta de las que duelen. Al fin y al cabo, yo escribo para que me lean y valoro las opiniones de quienes lo hacen. Si no estuviera dispuesta a saber qué les ha parecido, ¿qué sentido tendría que me leyeran?
Y tú, ¿llevas bien las críticas?

¿Quieres leer Las semillas del rencor?
Escondido entre montañas, Pesinistra es un pueblo hostil incapaz de sacudirse los prejuicios. De Elisa dicen que lleva el demonio dentro por el color de su pelo. Ella no está dispuesta a tolerar su desprecio y se marcha a la gran ciudad. Pero allí no encuentra un futuro mejor y regresa al pueblo, donde solo le queda la mala vida que le vaticinaron.
Armada con el odio que han sembrado en ella, hará un juramento que sellará el destino de sus descendientes y de Pesinistra.
Adéntrate en esta saga familiar de realismo mágico en la que cinco mujeres buscan su lugar en el mundo.
12 Comments
Tiene que ser muy duro, pero seguro que pasar por ello compensa. Así que enhorabuena por continuar, y por la publicación. Biquiños!!!
Seguro que a ti te gustaría, una pena que no te pille de camino.
Un beso y ¡gracias!
Muchas gracias, Esther, por recomendar mi artículo, y que la presentación en la Feria del Libro sea todo un éxito.
¡Un abrazo!
Lo bueno hay que compartirlo.
Un abrazo.
Esther, ¡no sabes qué al pelo me viene tu post! 😀 Últimamente estoy encontrando a autores que llevan fatal que se diga algo negativo de sus obras.
Yo entiendo que no es agradable, pero hay que aceptar la libertad del lector para expresar sus sentimientos hacia la obra.
Después ya es tema del autor el saber filtrar esos comentarios; algunos los descartará porque no tendrán valor (los malintencionados y vacíos), pero otros le servirán para crecer como escritor (las críticas constructivas).
En fin, creo que debería imitarte y escribir un post sobre esto…
¡Un besazo!
Es que es un tema complicado, por eso todos deberíamos curtirnos con las críticas.
P. D.:Ya tengo ganas de leer tu post. 🙂
Besos.
Pues al final lo escribí 😉
http://adellabrac.es/malas-criticas/
Leído y compartido. 🙂
Temo que llenes la Galería de aprendices ansiosos por encontrar esas críticas que les ayuden a crecer como escritores. Por lo demás, buen artículo y mucha suerte con el libro. Un abrazo!
Y seguro que, si no se espantan el primer día, podrían aportar mucho al grupo.
Espero verte por la feria.
Un abrazo.
Yo siempre he reclamado esa sinceridad para con mis escritos. Recuerdo que una de las primeras personas (y única en aquellos tiempos) que leía mis relatos era un buen amigo del instituto que solía limitarse a decirme si le gusta lo que había leído o no. Me sentía insatisfecho cuando me decía que le había gustado algo sin añadir nada más y me enfadaba cuando me decía que no pero tampoco aportaba nada que me diera pistas del por qué.
Yo era consciente de que esto iba a ser un largo camino y me comparaba con los libros que leía y me gustaban mucho aspirando a escribir igual (o mejor) y también con los que no me gustaban para darme ánimos pensando que, si alguien que escribía de esa forma tan mala había publicado, algún día podría hacerlo yo.
Sigo aprendiendo y reclamando críticas, pero no he tenido la oportunidad de encontrarme con muchas personas que se tomen esa molestia o tengan la capacidad de hacerlo bien. Cuando eso sucede, ayuda muchísimo, tanto si uno piensa que el que critica tiene razón o no, porque nos permite pararnos a reflexionar sobre nuestro trabajo desde otros puntos de vista. Pero está claro que no podemos (ni nos interesa) escribir para gustar a todo el mundo.
También tenemos que pensar que esto es un camino solitario y sólo nosotros sabemos qué queremos conseguir cuando nos ponemos a escribir (aunque luego el lector reciba otras cosas), y a veces algunos consejos bienintencionados pueden desviarnos de nuestro propósito, que es ser honestos.
Yo, cada vez más, pienso que la escritura es una vía de auto descubrimiento y que, aparte de leer mucho y escribir mucho, no haya nada mejor para aprender a escribir que vivir, que es el título de un libro de José Luis Sampedro, donde explica todo esto mucho mejor de lo que podría hacerlo yo ahora.
Pero he tenido la suerte de encontrar a personas como tú y como Benjamín que se han tomado ese tiempo de leer mis cosas y han sabido darme ánimos y guiarme cuando estaba algo perdido. Pero, sobre todo, a una pareja que me ha dado muchos palos cuando mi ego se ponía por las nubes porque escribía 5000 palabras al día y pensaba que iba a ser el próximo Stephen King. Eso pasaba hace mucho tiempo. Ahora sólo me preocupa disfrutar escribiendo y disfrutar leyendo, que me parece una forma deliciosa de vivir.
Me gustará escribir yo también, al hilo vuestro, una entrada sobre esto de las críticas. A ver si me animo.
Llego un poco tarde, pero me alegro de ese libro del LAB. Espero que fuera muy bien la presentación. ¡Un abrazo! 🙂
Gracias por tu reflexión, Toni. Está claro que pretender gustar a todo el mundo es absurdo, así que, al recibir las críticas, tendremos que saber con qué nos quedamos y con qué no para seguir siendo nosotros mismos, pero cada vez un poquito mejores. Ojalá pudieras venir al LAB, serías un miembro muy activo, seguro.
La presentación del libro estuvo muy bien, se llenó, cosa que se agradece con todos los eventos que había al mismo tiempo.
Espero tu artículo sobre este tema, si te animas.
Un abrazo.
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